martes, 28 de octubre de 2008

Artículo de Clarín sobre las AFJPs y su estatización

DARLE TODO EL PODER AL ESTADO TAMPOCO ES UNA PANACEA


Los aportantes de las AFJP fueron la variable de ajuste del sistema










Dos o más caras tiene el proceso estatización de la jubilación privada. Y merecen atención las contradictorias y polémicas reflexiones.

Por un lado, las AFJP contribuyeron a su liquidación. Organizadas con un desmedido afán de lucro, hicieron de un fin social -la indispensable protección de la vejez- un suculento negocio, con comisiones pagadas por todos los afiliados, más publicidades y promociones escandalosas, sueldos astronómicos de sus ejecutivos y hasta algunas operaciones definidas como fraudulentas con el dinero de los aportantes. Eso se ventiló, por ejemplo, en el juicio a ex directivos de la ex AFJP Siembra, que ganó los titulares de los diarios en 2004 y 2005.

Tampoco sirvieron las AFJP para desarrollar un mercado de capitales ya que "invertían" en la compra de títulos del Estado, cobrando tasas elevadísimas por un ahorro obligatorio de los argentinos.

Participaban de otras acciones. Formando parte de fideicomisos que vinieron otorgando una proporción significativa de los créditos para el consumo (artículos para el hogar, entre otros). Y al operar en el mercado de valores fueron incorporando carteras de acciones de empresas argentinas de primer nivel por más de 10.000 millones de dólares.

El sistema de las AFJP estaba organizado de tal manera que el afiliado era la variable de ajuste, ya que las ganancias de esas compañías estaban aseguradas, cobrando por adelantado una comisión, con vista a obtener una rentabilidad incierta, que incluso podía ser negativa. Era un régimen de imprevisión para el afiliado pero muy previsible para los accionistas de las AFJP. Con los avatares financieros de los últimos tiempos tenían pérdidas del 20 por ciento.

De todo ello no se deduce, para nada, que la administración del Estado, es decir la jubilación estatal vaya a ser una panacea, como no lo fue hasta ahora.

El sistema público requiere ser administrado por los propios interesados, asegurando el 82 por ciento móvil, con beneficios automáticos, sin pasar por los gestores o abogados que se llevan una suculenta comisión por un trámite que debería ser gratuito y suministrado por la propia ANSeS.

La eliminación de las AFJP debería ser una oportunidad para contar con un universo provisional estatal donde el jubilado no tenga que hacer juicio para cobrar lo que le corresponde. Está pendiente el reconocimiento a todos los jubilados del fallo Badaro (actualizar los haberes según el índice salarial) , el reajuste de los cobros, la movilidad bien entendida.

Los que dicen que la jubilación dependerá de un Estado que siempre fue un mal pagador no exageran ni fabulan. La experiencia histórica no abre las puertas a la mejor esperanza. Pero se olvidan que la jubilación privada también dependía de ese Estado, porque los aportes de la gente estaban invertidos mayoritariamente en bonos del Estado, con la diferencia de que por esos títulos el Estado abonaban intereses elevadísimos.

Los que hablan de la Caja que se transfiere al Estado, están reconociendo que los accionistas de las AFJP manejaban esa caja sin consultar a sus afiliados y sin control de los aportantes.







De nuevo, la cosa es compleja. El sistema clásico está en crisis por el aumento de la cantidad de años que vivimos y en la Argentina por la disminución de los aportantes al sistema, por estar en negro o desempleados.

Hoy según lo que todos dicen hay 1 aportante por jubilado, la diferencia para la jubilación la pone el Estado.

El sitema de capitalización en la Argentina era horrible, lo que de verdad iba a la cuenta del aportante era mínimo después de las diversas comisiones y seguros que se pagaban y además de éso las inversiones no eran del todo seguras.

El tema de las jubilaciones es complejo, en Europa y otros países también entrará en colapso...En la Argentina dudo mucho que haya un debate serio sobre el tema.

En fin, es lo que hay.



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